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Formas sutiles de hacerle el juego a la corrupción desde la escuela







El término “corrupción” se mueve con rapidez por las rutas de las relaciones personales y sociales, acapara grandes espacios en los medios de comunicación y se ha convertido en el eje movilizador de la gestión del gobierno. Con distintas voces, con diversos sonidos y con múltiples expresiones el término corrupción está en el aire. Es el tema reiterativo en boga y el origen de daños incalculables para multitud de personas y del propio país.

Hace varios años me atreví a detectar en el quehacer de la escuela algunas posibles “semillas de corrupción” cuyos frutos se pueden observar más adelante en la sociedad.
Ese atrevimiento me impulso a escribir las siguientes reflexiones que reproduzco a continuación:
Otro aspecto que la sociedad puede filtrar al proceso educativo de los niños y jóvenes, es la corrupción”.
Corrupción evoca mañas, manejos dolosos, fraude, engaño, estafa, soborno, tráfico de influencias, cohecho, mentira, plagio, evasión, robo, malversación, abuso de poder, falta de ética y de moral. Si bien es un mal generalizado en nuestros días, la corrupción tiene una larga trayectoria en el mundo. Si bien es un tema de adultos, la corrupción no es una práctica que se improvisa en la vida adulta, sino una actitud que se cultiva sistemáticamente desde la infancia. Incluso el propio aparato escolar puede sutilmente hacer el juego a la corrupción. Veamos como:
Se manda hacer un trabajo en grupo. Sólo uno hace el trabajo, los otros ponen el nombre. Toda la clase sabe quien trabajo y quién no. A menudo los padres y el profesor también. Pero nadie dice ni hace nada. Semilla para el futuro aprovechador del trabajo ajeno, para el explotador, el cínico, y el oportunista.
El que copia puede sacar igual y hasta mejor nota que el que hace sólo y con sus propias ideas. Ambos aprenden que el esfuerzo, la originalidad, el propio criterio, no valen nada. Semilla para el futuro plagiador, para el futuro vividor a costa de las ideas de los otros.

El alumno que confiesa que no hizo el deber saca cero y es sancionado. El que no lo hizo, pero lo copio de otro a último momento, no tiene problema. Así aprenden los niños que ser honesto es ser tonto, que la verdad y la franqueza son motivo de castigo, mientras que la mentira y el engaño dan rédito. Semilla para el futuro engañador, falsificador, defraudador.
Una mala nota puede mejorarse o un aviso de pérdida de año remediarse con una llamada, un regalo, un favor, una lisonja. Los niños portan el regalo, perciben la sonrisa e intuyen el pacto consumado en la libreta de calificaciones. Semilla para el futuro sobornador, comprador y vendedor de favores, traficador de influencia, abusador del poder.
El que delata al compañero que llegó tarde, que lanzó el avión, que dijo una mala palabra, que no trajo el libro, recibe felicitaciones y recompensas y hasta puesto como ejemplo frente a los demás. Así se desestimulan los valores de la cooperación, la lealtad, la solidaridad. Semilla para el futuro delatador, para el futuro traidor, para el que trepa a fuerza de servilismo y mecanismos clienterales.
Son bien vistos los niños y los padres que no reclaman, no dicen lo que piensan, callan. Son mal vistos los que opinan, discrepan, proponen, participan con iniciativas propias. Así se aprende que es mejor ser pasivo, conformista, acrítico, indolente. Semilla para el fututo hipócrita, para el futuro adulador y mojigato, para el que hace del quedar bien con los demás el trampolín de su ascenso y bienestar personal.
Alumnos con estrellas (dinero, papás en algún puesto, con padrinos) tienen preferencias en el trato, a la vista de todos. Amistadas y palancas consiguen cupos que no habían, tratos especiales, favores. Semilla para el futuro arribista a cualquier costo, para el que a su vez, cuando llegue arriba, usará su cuota de poder para ubicar a sus amigos, conocidos y familiares.
Tan corrupto es el funcionario público que vende favores y cargos, como el profesor que vende notas y pases de año, y el padre o madre de familia que se presta a ello. Tan corrupto es el intelectual que plagia una obra ajena, como el niño que copia la tarea del compañero o lleva la tarea hecha por el padre y la presenta como propia. Tan corrupto es el político que encubre los malos manejos de sus coidearios, como la madre de familia que encubre las “copias” de sus hijos.
Nuestros corruptos adultos empiezan siendo corruptos niños, apropiándose de la tarea de los otros, mintiendo al profesor, copiándose en la prueba, delatando por lo debajo al compañero, fabricando “copias” para el examen, engañando a los padres, cepillando al director, adulando al maestro, todas ellas acciones que se creen pequeñas e irrelevantes, pero que tienen poderosas repercusiones en la vida.
Juan B. Arríen, Ph. D.
El Nuevo Diario
25 de agosto del 2002
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