DESILUSION
En el jardín del campo santo,
yacía sola una rosa,
pálida y triste,
sin nadie con quien compartir
los misterios de las almas
que bajo sus pies descansaban.
Blanca, pura, silvestre,
miraba hacia el firmamento
esperando aunque fuese un lamento,
y fue tanta su desdicha
que le sobrevino un cruel tormento.
Con sus dedos sudorosos,
su mirada enternecida,
tiritaba aquella noche
que conoció aquel clavel
quien con su aroma embriagó
y su inocencia absorbió,
desflorando aquellos pétalos,
tan sedientos de calor.
(Maygar)
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